27/10/11

CONJUGACIÓN DEL VERBO INDIGNAR

A estas alturas de la película, debería estar claro que no hay justicia con validez universal, sino múltiples concepciones de la justicia en disputa. Cualquier pretensión revolucionaria pasa por la imposición de un criterio de justicia propio, enfrentado a la justicia positiva del Estado. Y por ahí pasa también el problema del sujeto revolucionario, por la capacidad de generar verdades compartidas, con pretensión de objetividad, que porten una idea de lo malo y lo bueno que se aspira a generalizar, en último término mediante los hechos. No hay idea de justicia compartida, y no hay posibilidad de ruptura política, desde una lectura puramente subjetivista y emotiva de la cuestión social. De hecho, en esas condiciones no hay ni tan siquiera cuestión social que pueda ser pensada.
Resulta así comprensible la indignación provocada en el interior del Movimiento 15M por la okupación del Hotel Madrid, acción señalada como un producto ilegítimo –no consensuado– del propio movimiento y como una actuación ilegal, y por ende doblemente ilegítima. El núcleo ciudadanista del Movimiento revela así el significado auténtico de su ilusión de humanizar el capitalismo por medio de la ética (es decir, por medio de las subjetividades indignadas): la indignación se ejerce al modo de un derecho subjetivo implícito en el ordenamiento estatal. La aceptación ciudadanista de la justicia positiva del Estado –que siempre, en todo caso, podrá ser reformada, esto es, llevada a posiciones no indignantes– es reflejo de su propia renuncia a cualquier teoría crítica, a cualquier crítica que asuma que la economía mercantil es un sujeto automático que repele cualquier humanización. Y viceversa, su sentida indignación conlleva que la única comunidad política en la que reconocerse sea la surgida en virtud de la vinculación con el Estado, la ciudadanía, y aquello que la mantiene unida: el marco compartido de justicia positiva.
 El ciudadanismo revela así su verdad hobbesiana: es el Leviatán el que, por reflejo, crea la comunidad política y la mantiene unida. Fuera de sus dominios sólo existe la barbarie.


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