3/12/11

SOFISTAS TORPES

Si en el último post hablábamos de idiotas habilidosos como Solchaga, en esta tesis insustancial enceraremos brevemente a sus antagonistas, los sofistas torpes que, lejos de desarrollar tecnologías ensimismadas, atraviesan las ciencias, disciplinas, campos de conocimiento o cerramientos cualesquiera con la privilegiada ganzúa de la ética y el sentido común, que es muy de ellos. A estos podríamos someterles a una versión cutre e insustancial del falsacionismo popperiano, tal que así: imaginemos a uno de esos políticos, tertulianos o 15emistas que, henchido de sentido común, aprecian que no puede ser que los especuladores salgan de rositas mientras que el resto pagamos la crisis y tal... o pongamos, por ejemplo, que el gobernador de turno expresa, porque dice las cosas claramente, que él apuesta por la austeridad y el empleo. La criba lógica que proponemos para tamizar las frases sobre las que pararse a pensar un solo instante (o no), es la siguiente: proyectemos la negación de la frase y pensemos si es sostenible en el mismo campo lógico, es decir, otorguémosle (o no) beligerancia a la proposición o, lo que es lo mismo, posibilidad de ser negada y, aun así, seguir siendo defendida factualmente en el mismo territorio operativo desde el que surge. Pensemos, por ejemplo, en el político, tertuliano o 15emista que suelta un "los especuladores deben salir de rositas porque somos el resto quienes debemos pagar la crisis"... o pensemos en el gobernador que suelta un "yo apuesto por el gasto desenfrenado y el desempleo".... Pensemos ahora si son sostenibles estas negaciones desde el ámbito que faculta a estos tipos para componerlas. Si la respuesta es no y estas negaciones resultan paródicas, no les prestemos ni un segundo de atención ya que, entonces, las proposiciones originales eran, tan solo, universalidades implícitas en la propia profesión desde la que se emiten y, por tanto, como diría Solchaga, son mera metafísica que no puede ser negada, es decir,  que no dice nada; Y, como podrá comprobarse, en la sociedad de la comunicación muy poca gente dice algo.

23/11/11

SOLCHAGA, EL CIENTÍFICO

Universidad de La Rioja. 22 de noviembre de 2011. El exministro Solchaga imparte una conferencia sobre la crisis económica. Concluye y, en el turno de preguntas, sonríe ante una interpelación idealista. Sorbe un poco de agua y responde:
 “¿Cambio de modelo? No sé qué son los modelos… eso es metafísica marxista. Yo solo creo en la economía positiva y en que la gente hace lo que quiere”.
El mundo está lleno de idiotas habilidosos que deberían asistir al ciclo “filosofía, tuercas y algoritmos” para saber por dónde caminan...

4/11/11

LA TRAGEDIA DE LA RAZÓN

Estos días se representa en Europa la tragedia de (lo que quedaba de) la razón, que era esa cosa tan geométrica de calcular medidas y plazos. Porque ayer se evitaba la celebración de un referendo en la vieja Hellas, hoy se asume que la república romana es un protectorado alemán y mañana, suponemos, los resquicios del imperio católico (españoles, portugueses… esta gente) serán convenientemente renapoleonizados. Se trata, definitivamente, de la victoria final de Lutero (ese fraile que nos enseñó a encerrarnos en la individualidad para ya nunca ser autónomos). Se trata del fin de un mundo que durante siglos se comprendió en clave de esas raciones que proponían los geómetras griegos, esas raciones que elevaron a derecho sus colegas romanos, esas raciones que rescataron los traductores semitas del medioevo toledano. Se trata de la puntilla final a esa línea de conservación de la razón, el golpe de gracia con el que Europa, por fin, se vuelve abiertamente irracional, especulativa y autorreferencial. Ya no hay realidad que guíe el gobierno de la realidad. Ya no hay δημοκρατία, ni real ni de ningún otro tipo.


1/11/11

OPERACIÓN FACEBOOK (05N)


 
"Porque la arquitectura de Facebook propone un espacio sobre el que abocetar infatigablemente nuestros deseos y querencias, maquinando la realidad menos individual que somos o representamos: En la renovación constante que posibilita Facebook podemos esquivar la triste finitud de lo individual, que era un status de otras épocas menos cibernéticas en las que la comunicación institucional, normalizada, era el modo de individuación inexcusable. E, inversamente, a través de Facebook, podemos consumir al ritmo que exige la no-estaticidad post: filosofía, cine, fútbol, vídeos, fotos, textos… como en un devenir-niño en el que el mundo resulta eternamente consumible y epidérmicamente interesante. Las categorías lógicas en las que se emplazaban estos estímulos relajan sus quicios. Es la tabla rasa de los sentidos, es la saturación del yo y de las disciplinas. Facebook es puro caos que converge, si acaso, en el único sentido de la centralización de estímulos en un pantallazo, como pastiche sin relieve que representa pero desactiva todas las complejidades. Porque en Facebook comunicamos informalmente. No nos enfrentamos a una comunidad de normas fijas, a un comercial o a un dependiente de intereses definidos, sino que las mercancías, los intereses, los deseos, las querencias, fluyen sin compromisos. El negocio queda oculto tras la sonrisa de Mark Zuckerberg. (...)

Dicen que si Facebook fuera un Estado sería el tercero del mundo por población. Lo trascendente de esta comparación no es la ilustración metafórica, sino la verdadera dimensión pública de este tipo de corporaciones privadas. Ante esta realidad en la que lo político ya es económico, en la que la información cruzada indiferencia compartimentos operativos de otras épocas, no cabe la política con base en conceptos de la economía clásica. Si la reproducción de las relaciones capitalistas ha cambiado su objeto, debe cambiar la crítica de la economía política que guíe resistencias. Porque la tecnología, que es trabajo acumulado y puesto en venta, aniquila la operatividad de las concepciones clásicas. Porque la tecnología infiltra, dispersa e invisibiliza las relaciones de explotación y dominio que antes distinguíamos con claridad. ¿Somos ciudadanos?, ¿somos obreros?, ¿somos usuarios?. No hay respuesta posible desde las categorías de conocimiento clásicas. Confiemos en que las redes sociales sirvan, al menos, como representación figurativa de este caos, como proyección en la que reconocernos, como descuido en el que vislumbrar el truco… como pauta para ejercicios de resistencia."

(extracto de Redes sociales y riqueza común)

27/10/11

CONJUGACIÓN DEL VERBO INDIGNAR

A estas alturas de la película, debería estar claro que no hay justicia con validez universal, sino múltiples concepciones de la justicia en disputa. Cualquier pretensión revolucionaria pasa por la imposición de un criterio de justicia propio, enfrentado a la justicia positiva del Estado. Y por ahí pasa también el problema del sujeto revolucionario, por la capacidad de generar verdades compartidas, con pretensión de objetividad, que porten una idea de lo malo y lo bueno que se aspira a generalizar, en último término mediante los hechos. No hay idea de justicia compartida, y no hay posibilidad de ruptura política, desde una lectura puramente subjetivista y emotiva de la cuestión social. De hecho, en esas condiciones no hay ni tan siquiera cuestión social que pueda ser pensada.
Resulta así comprensible la indignación provocada en el interior del Movimiento 15M por la okupación del Hotel Madrid, acción señalada como un producto ilegítimo –no consensuado– del propio movimiento y como una actuación ilegal, y por ende doblemente ilegítima. El núcleo ciudadanista del Movimiento revela así el significado auténtico de su ilusión de humanizar el capitalismo por medio de la ética (es decir, por medio de las subjetividades indignadas): la indignación se ejerce al modo de un derecho subjetivo implícito en el ordenamiento estatal. La aceptación ciudadanista de la justicia positiva del Estado –que siempre, en todo caso, podrá ser reformada, esto es, llevada a posiciones no indignantes– es reflejo de su propia renuncia a cualquier teoría crítica, a cualquier crítica que asuma que la economía mercantil es un sujeto automático que repele cualquier humanización. Y viceversa, su sentida indignación conlleva que la única comunidad política en la que reconocerse sea la surgida en virtud de la vinculación con el Estado, la ciudadanía, y aquello que la mantiene unida: el marco compartido de justicia positiva.
 El ciudadanismo revela así su verdad hobbesiana: es el Leviatán el que, por reflejo, crea la comunidad política y la mantiene unida. Fuera de sus dominios sólo existe la barbarie.


21/10/11

EL MAL ABSOLUTO

ETA, Gadafi, BinLaden… parece que el nuevo (des)orden mundial ya no necesita representaciones figurativas del mal absoluto… siempre nos quedarán los 80s (y Mourinho).



15/10/11

EN PLENA EFERVESCENCIA TRIUNFALISTA DEL 15-O...

En plena efervescencia triunfalista del 15-O, valga un extracto de un artículo de Bueno para agitar la agitación:

"Desde este punto de vista el diagnóstico más certero que cabría dar sobre la naturaleza de los «indignados» tendría que formularse, no tanto en el ámbito de coordenadas domésticas (PSOE, IU, PP, Unión Europea, liberalismo democrático), sino acudiendo a coordenadas de escala epocal mucho mayor. Sencillamente, y para abreviar: la rebelión de los «indignados» se correspondería (analógicamente, proporcionalmente) antes a la rebelión de los albigenses o de los valdenses, de los siglos XII y XIII, o al movimiento de los anabaptistas del siglo XVI, que a las rebeliones anarcosindicalistas del siglo XIX, o a las socialdemocráticas de la Segunda Internacional, incluso a las comunistas de la Tercera Internacional.

Porque las rebeliones albigenses, valdenses o anabaptistas se hacían en nombre del cristianismo real («apostólico») frente al cristianismo eclesiástico-jerárquico («constantiniano», se diría después), pero en realidad los albigenses, valdenses o anabaptistas impulsaban un movimiento que destruía las bases de la Iglesia Católica como institución histórico universal (destrucción que culminó con la Reforma luterana). Asimismo, los movimientos de los «indignados» estarían impulsando unas corrientes que, en nombre de la «democracia real» irían dirigidas (inconscientemente) a minar las bases de las «democracias homologadas» realmente existentes, a saber, las democracias parlamentarias.

Incluso los motivos apocalípticos o quiliásticos de albigenses o anabaptistas que veían muy cercano, gracias a los signa iudici, el fin del Mundo, tendrían sus paralelos en los motivos apocalípticos del ecologismo catastrofista de nuestros días (calentamiento global, agotamiento de los recursos económicos, curvas TRE, &c.).

La gran diferencia es que los albigenses, valdenses o anabaptistas proclamaban una paz evangélica que sobrevendría tras los feroces actos de salvajismo inspirados, por ejemplo, por Pedro de Bruys, en la Aquitania de 1122, o en el Viernes Santo de 1147 en el Languedoc. Los albigenses (condenados en el Concilio de Albi de 1176) y poco después sus hijuelas, los valdenses, encontraron el apoyo del vizconde de Albi, Rogerio, conde de Tolosa. Inocencio III impulsó una verdadera cruzada contra los albigenses. El abad del Cister fue nombrado generalísimo de un ejército de 500.000 hombres, y en el asalto de Beziers (22 de julio de 1209) pasaron a cuchillo a 60.000 habitantes (se decía que el abad Arnaldo respondió a quienes le pedían señas para no matar a los católicos: «Matad, matad a todos, que luego Dios los distinguirá en el Cielo»). Santo Domingo de Guzmán, y la Orden de Predicadores por él fundada, contribuyó a pacificar y a recuperar a decenas de miles de herejes y volverlos al redil.

Muy conocidos son los movimientos anabaptistas del siglo XVI: el pastor Styfel, discípulo predilecto de Lutero, que anunció con todo aplomo el fin del mundo para las ocho de la mañana del domingo 19 de octubre de 1533; Stork, también discípulo de Lutero, y Thomas Münzer, que se rebeló contra Lutero, aunque lo cierto es que entre los anabaptistas se abrieron dos tendencias, una pacifista y otra muy belicosa. Acaso el más famoso personaje de estos movimientos (famoso al menos entre los melómanos, por la opera de Meyerbeer, El Profeta) fue Juan de Leyden, que se hizo coronar rey con la corona de la Nueva Jerusalén (Münster): el 23 de junio de 1535 las tropas del obispo y del conde de Falkenstein entraron al asalto y ejecutaron a Juan el Justo y a toda su corte. Juan de Leyden es recordado por la entereza de la que dio muestras cuando sus carnes estaban siendo arrancadas con unas tenazas candentes (el mismo 1535 escribió Luis Vives, en Brujas, su famosa obra De communione rerum, ad germanos inferiores [la Baja Alemania, los Países Bajos tan próximos entonces a España]).

En nombre de la «democracia real» los «indignados» se rebelan contra la democracia realmente existente, en nombre de un fundamentalismo democrático, como los albigenses o los anabaptistas se rebelaban contra el cristianismo tradicional realmente existente en nombre de un cristianismo fundamentalista irreal. Un fundamentalismo democrático, el de los «indignados», no ya tanto utópico cuanto puramente idealista y vacío, porque espera que la democracia asamblearia auténticamente representativa, resolverá por sí misma los problemas de la crisis del capitalismo, del paro, de la producción de energía y de su distribución, del orden internacional... El movimiento de los «indignados» es políticamente vacío, no ya utópico, puesto que las cuestiones políticas que abordan son tratadas no políticamente, sino desde una perspectiva ética, cercana al humanismo armonista y pacifista, no menos vacío, de los derechos humanos."

13/10/11

EL HOMBRE DEL TRAJE BLANCO

El hombre del traje blanco es Alec Guinness, un científico díscolo formado en Cambridge que, sobreponiéndose a precariedades laborales, consigue sintetizar el tejido del futuro. Sin embargo, tras consultar dos o tres manuales de economía, empresarios y obreros concluyen que su invento aporta demasiado progreso al ciclo productivo del 1951 inglés, año y nacionalidad de la película. Y es que hubo una vez un capitalismo que creyó posible una explotación ordenada, acompasada, rítmica… Un capitalismo que pretendía cierto equilibrio de mercado, que era el equilibrio que garantizaba ganancias en los planes quinquenales de las empresas. Luego vino el empresario shumpeteriano, que destruía para crear y tal y cual, refrescando tipologías de empleo, renovando horizontes… Hoy, todas esas contenciones del capital se han desvelado imposturas y, así, la película de Alexander MacKendrick se ha convertido en una película de época, que es el modo en que las fichas de cine refieren una época que no es la nuestra. Porque hoy el capitalismo es, precisamente, un hombre de traje blanco tras otro (tan comunes que no merecen película ninguna), científicos formados en Cambridge o en universidades de provincia inconcebibles hace unas décadas; científicos (o artistas, porque ya se sabe que las fronteras se relajan) que crean y recrean sobreponiéndose a precariedades mientras llega su síntesis definitiva, esa de la que todos hablaremos… Desvirtuando la fórmula schumpeteriana, llamémosles(nos) pobres creadores destruidos.

11/8/11

CAPITALISMO EN TRES EJEMPLOS

Refería Anselm Jappè dos ejemplos que escenificaban muy acertadamente el callejón sin salida en el que parece encontrarse el capitalismo: el de aquel obrero que debía trabajar todo el día para pagarse la cocaína que, a su vez, debía consumir para trabajar tanto, y el de esos campesinos haitianos que, clausuradas las importaciones de arroz en Estados Unidos, no comprendían por qué el mismo trabajo que un día les proporcionaba dinero, al día siguiente no valía nada. Trabajo abstracto y valor de cambio... y, ya se sabe, para que toda esta circularidad autorreferenciada siga viva (y agonizante), debe innovarse, debe reinventarse vertiginosamente la mercancía y blablabla… persiguiendo lo grotesco... nada por donde no hayan pasado ya los Simpsons, el tercer ejemplo anunciado:


9/8/11

DEMOCRACIA REAL INGLESA

Sucede en Londres que saquean comercios e incendian coches. Sucede por toda Inglaterra que un público nebuloso de desfavorecidos, parados, negros, jóvenes y macarras interrumpe la recursividad del negocio. Sucede un desprecio por todo ese valor que nos susurra sus virtudes tras cuadriformes vigilantes de seguridad. Sucede un evento en el que no hay mediación representativa, no hay dramaturgia guionizada; un acontecimiento en el que los parados, negros, jóvenes y macarras están luchando por su pescuezo, sin atender a modelos procedimentales que canalicen sus ganas por sobrevivir. De tanta tradición democrática, se saben más desterrados que ciudadanos. Carne de cañón... o cañones en busca de carne. Al menos, eso sí, mientras no exijan más democracia, el primer ministro seguirá sin vacaciones y la reina palpándose el cuello. Todo un ejercicio de democracia real.

30/6/11

EL 15M LLEGA A LOS MESES J

Y en esto que el 15M llega a los meses J convertido en un delirio de proyecciones democráticas, un delirio en el que los componentes olvidan ser cuerpos golpeados para reinterpretarse como ciudadanos demiúrgicos henchidos de idearios!!! Como si bastara la inocencia de no ocupar una poltrona para poder fraguar virtuosamente el porvenir... Y se intuye, sin embargo, que un cambio fraguado en esas hormas de democracia sublimada producirá tantos o más cuerpos golpeados... porque el capital solo es libre cuando se representa la tragicomedia ciudadana. El pensamiento arriesgado, la Política, las proyecciones de lo (im)posible, no emergen de la espontaneidad ensamblada y asamblearia... surgen de la sedimentación y del rumiar, de la estrategia y de la contemporización, surgen del análisis... y la masa no rumia ni discierne sedimentos, no contemporiza ni calcula estrategias, no analiza; la masa es un no-sujeto sin dobleces ni reflexiones; la masa es, simplemente, lo que aparenta. Y lo que aparenta es, complejamente, lo que dicen de ella. En los meses J, los cuerpos del 15M tienden irremediablemente a codificarse en esas categorías políticas que inventaron los ilustrados burgueses hace más de 200 años... como si al sacarles brillo fueran a cumplir otra función...

26/6/11

EL 15M CARICATURIZADO EN EL TEATRO CRÍTICO

Gustavo Bueno caricaturiza a una masa informe que, repentinamente, se reconoce a sí misma en clave democrática y ciudadanista... La Sala de Máquinas aún trata de procesar por qué el movimiento tuvo que devenir democrático y ciudadanista... ¿para ser carne de parodia en el teatro crítico de Gustavo Bueno?. ¿Es la masa enfurecida capaz de rebatir a modo de sujeto íntegro las palabras del profesor de camisa hasta el gaznate? ¿Acaso en su sorna habitan las miserias de este movimiento?

21/6/11

HACER POLÍTICA HOY

Hacer política hoy es una de esas actividades que, en el alisamiento post sobrevenido, ha descarrilado sin remedio, como locomotora sobre el hielo. Porque hay quien cree seguir haciendo política cuando entabla racionalidades comunicativas, cuando negocia cantidades con la autoridad pública (que ya es privada), como si aún perteneciéramos a ese universo de progreso y posibilidades del bienestar, como si aún lo inmediatamente posible fuera ese gesto cuantitativo hacia lo revolucionario. Hoy, todo eso, es comunicación estética, sofística, resplandor y nuevos gadgets: mercancía renovada. Porque hoy todo lo inmediatamente posible ya no es ideología, sino código, y el código es límite, de modo que hacer política es violentarlo, rasgar las racionalidades comunicativas, quebrar el marco de entendimiento dado. Hacer política hoy es denunciar la contingencia de los conceptos, desnaturalizarlos, abocetar cartografías renovadas que apunten nuevos puntos de fuga, es decir, hacer filosofía… Porque hacer política hoy pasa necesariamente por no entenderse con los idiotas, con los políticos de micrófono, con los tecnócratas, con los relojeros del sinfín capitalista…Hacer política hoy pasa por que Gasol no esté de acuerdo.

19/6/11

(IN)DIGN(AD)OS

Y qué sé yo si hace falta violencia... lo que sí sé es que, mientras los indignados sigan siendo dignos para los indignos, su coreografía será aún más intensamente mercancía.

5/6/11

¿QUÉ HACER EN LAS PLAZAS?

Decía Tony Blair que debe respetarse esa expresión difusa del sentimiento que son las acampadas en las plazas, siempre que, como en una mutualidad, los acampados propusieran alternativas, que es para lo que se les contrató como ciudadanos. De un modo parecido, los medios de comunicación más sospechosos han venido en estas últimas semanas concediendo su cotizada cobertura a esta suerte de mayo de 2011 aunque, claro está, buscándole al cambalache teatralizaciones aptas para la emisión, guiones facilones que allanen un relieve complejo, buenos chavales que hablen en nombre del 15M.
Tony Blair y los medios de comunicación coinciden: interpelan al movimiento, le instan a definirse, a converger en síntesis, en significados concretos susceptibles de ser puestos en juego en el gran espectáculo de la racionalidad, que son los consejos de administración, las reuniones sectoriales, las tertulias radiofónicas o, en último caso, los parlamentos. Tony Blair y los medios de comunicación saben que el capitalismo tardío (o sociedad de la información, que es su marca blanca) es informal, es flujo descarrilado, es inestabilidad, es cruzamiento de actores, es espacio liso, es clase media siempre al borde de la exclusión... Tony Blair y los medios de comunicación saben que el capitalismo tardío se alimenta de que nos creamos clase media, siempre rozando el triunfo… Por esto, cuando los actores cruzados del capitalismo tardío (estudiantes, jubilados, obreros, autónomos o, retomando al Foucault que retoma a Borges, pertenecientes al emperador, incluidos en esta clasificación, que de lejos parecen moscas, etc.) se indignan juntos en una plaza, hay quien se sorprende porque toda esa gente no debería conocerse, porque no han hablado antes en la fábrica, porque no estudian juntos, porque no les cortaron la financiación a la vez, porque incluso compiten por los clientes… Por esto hay quien, antes que nada, quiere saber quiénes son y qué quieren.
Lo inquietante de este movimiento es que los circos de racionalidad de los que hablábamos antes no tienen un nombre cierto en el que encapsularlo, un concepto en el que sujetar su dinamismo, de modo que lo urgente para los inquietos es interpelar a sus portavoces, exigirles propuestas concretas, reducir toda la complejidad de su incierta genealogía y hacerla converger en un proceso de doma política. Porque cada asamblea que toma decisiones de gobernabilidad, cada propuesta de deber ser que se gesta en las plazas, es un modo de rescatarle media sonrisilla al tertuliano que, de repente, aprehende el asunto y lo reenvía a su quicio de racionalidad, que es el de todos los que no están dispuestos a ir a la cárcel.
Este movimiento de incierta genealogía no debe convertirse, contradiciendo la recomendación de Tony Blair, en un ejercicio colectivo de ciudadanía, no debe sustanciarse en asambleas de ilustrados con vocación constituyente, sino que debe luchar por volver a ser manifestación rabiosa de cuerpos heridos. Cualquier intento por emitir política formal desde las plazas es un modo de rescatar sonrisillas a tertulianos radiofónicos, de filtrar exclusivamente las propuestas racionales, de comunicar con base en conceptos sancionados, de reducir la complejidad metropolitana… es un modo de obviar buena parte de las maneras en las que el capital hiere nuestros cuerpos…
Este movimiento de estudiantes, obreros, voluntarios, mendigos, opositores, becarios,  funcionarios, arquitectos, albañiles, internautas, despistados... no debe decelerar hasta una puesta en común de lo que deberían hacer las instituciones. Cuando llegue ese estatismo, ese documento final, ya no habrá movimiento ni horizonte al que acercarse. No les digamos qué hacer, sino qué han hecho. Ojalá que las plazas y los barrios sigan siendo rabia y denuncia. Enseñemos las heridas y conozcámonos. Seamos, si acaso, sujeto para nosotros -no según ellos- aprendamos a defendernos y sigamos generando inquietud. Nada menos que eso.
La política, la que es capaz de salvar los cuerpos, es más radical y sinuosa, no negocia consensos y sabe esperar su momento; el momento que marcan demasiadas heridas de los cuerpos; los cuerpos que transitan la ciudad y, a veces, acampan en las plazas.

7/2/11

¿POR QUÉ YA NO NOS GUSTAN TANTO LOS SIMPSON?

Al principio creíamos que era culpa del nuevo doblador de Homer. Al fin y al cabo no se puede dar voz al tipo más espabilado de Nueva Jersey (Tony Soprano) y, a la vez, a uno de los menos listos de Springfield, aunque compartan muchas otras cosas…
Pero no. No era la voz. Supongo que lo del doblador lo tomamos como una de esas anécdotas que pueden explicar toda la complejidad de los procesos; ya se sabe: la Gran Guerra estalló porque un joven serbobosnio asesinó al archiduque Francisco Fernando de Austria. Fin.
Con el paso del tiempo nos fuimos dando cuenta de que habría habido guerra aun sin joven serbobosnio y de que nuestros amigos amarillos nos habrían dejado de gustar aun con la vieja voz de Homer. Y es que los Simpson han perdido la estructura narrativa que los hacía distinguibles como una de las primeras series más allá de lo pop de la televisión.
La estructura, contemplada desde nuestra postvisión, era sencilla, aunque no por ello poco original: se trataba de la linealidad de una familia que, cada capítulo, reemprendía su historia. Eran personajes insertos en cierta rutina inicialmente extensible a cualquiera de los espectadores. Sin embargo, se comportaban en modo tan disparatado que, al final de cada capítulo, su vida nunca podría haber vuelto a ser la misma. La capacidad crítica de los Simpson radicaba en que, a pesar de que arruinaban irreversiblemente sus rutinas tras un mal cálculo, la normalidad siempre regresaba. Eran una síntesis genial de lo que en los ochenta habían puesto en práctica, por separado, las sitcom populares más mordaces y los cartoons menos correctos. Así es como las críticas resultaban excepcionalmente punzantes: a pesar de lo dicho y hecho, la familia se recomponía, seguía funcionando, resultaban incluso más tiernos… inconcebible.
Pero, de repente –y esta es la tesis insustancial– ¡¡los Simpson se hicieron reflexivos!!. No los personajes (que ya lo eran en la medida en que eran como nosotros), sino la serie misma. Este es el capítulo que marca, simbólico, como el disparo de un joven serbobosnio, la defunción de los viejos Simpson: Detrás de las risas
Se trata de ese momento en el que la serie asume el éxito de su acidez y decide no hipotecar su humor a la recomposición de la familia. Y ese es el modo de no hipotecar el humor al espectador, que reconoce la familia como ese estado de las cosas no negociado: las referencias pop de los Simpson partían, en cierto modo, de aquellos universales de la modernidad que todos compartíamos: la educación, el consumo, el desarrollo, el trabajo, la religión… y lo hacían a través de las instituciones que todos teníamos en mente… lo hicieron tan bien, condensaron de forma tan magistral toda la ridiculez que circulaba por el mundo que, un día, decidieron que esa televisión cúbica del siglo XX era un espacio demasiado atorado para tanta grandeza.
Atravesaron la pantalla y decidieron que ya no importaba proyectarse como familia porque lo único que importaba ya era estirar la crítica en toda su crudeza. Y así las referencias pasaron a ser esas que algunos autores llaman afterpop (supongo que por evitar la cacofonía de postpop): ya no se proponen lugares comunes, sino que se le lanzan al espectador referencias recónditas, extrañezas y expresionismos que le mantienen alerta y tenso desde los títulos de crédito. Ya no puede uno dibujarse la sonrisa y dejarse llevar por ese itinerario de etapas conocidas, porque ya cada frase es un reto: ¿dónde estamos? ¿de qué habla? ¿quién es ese?. Ya no importa que la familia se recomponga porque cada episodio se forja en las agudezas que cada personaje lanza a discreción (Homer es ahora tan avieso como un gangster de Nueva Jersey). Ya no hay tiempo para componer una paz inicial con aquella musiquilla de metarrelato costumbrista que nos invitaba a empatizar…

Los Simpson se han convertido en una mala imitación de Padre de Familia y, paradójicamente, Padre de Familia no podría comprenderse sin aquellos añorados Simpson.
Queda por dilucidar si nuestros amigos de dieciséis dedos traicionaron a la modernidad y a sus grandes cuestiones o si, inversamente, fue la modernidad la que les dejó colgados… Yo prefiero pensar que los Simpson fueron una de esas causas insondables que la mataron de ridiculez.
En cualquier caso, no le echen la culpa al doblador.

29/1/11

TESIS 0: LA NECESIDAD DE UN BLOG DE TESIS SIN SUSTANCIA

Este blog surge de la necesidad de adaptación a las inexcusables dinámicas académicas contemporáneas. Y es que si la adecuación al EEES limita el tiempo máximo de elaboración de tesis doctorales es para acabar con aquellos irredentos doctorandos que, durante diez y más años, consumían fondos públicos componiendo edificios conceptuales inaccesibles, estirando sus mentiras, riéndose del mundo... En Boloña se acordó que esto ya no convenía; que si se quería hacer carrera investigadora más valía dejarse guiar por la agenda de una empresa  comodiosmanda, una que pagase por resultados concretos. Y así, ahora, el doctorado será un momento fugaz en el que leer a un par de autores fetiche e, inmediatamente después, soltar una inventio a bocajarro. El doctorado será un breve lapso de sujeciones formales, de citas a pie de página y referencias insufribles que no hacen sino anclar las posibilidades innovadoras a lo que ya dijeron otros. Así que se limita el trámite formal, se le da el título al chaval y, ale, a patentar se ha dicho, que es lo que de verdad hace falta. Y, como todo el mundo sabe, se patenta mejor moviéndose sin cortafuegos en la tabla rasa de la información cruzada, sin amarres científicos que hipotequen las innovaciones a esa virtual razón universal tejida cuidadosamente por los sabios de siempre. En la postmodernidad ya no avanzamos a hombros de gigantes, sino que pisamos sus cabezas, agarramos, empujamos y mantenemos el equilibrio de cualquier manera. Se trata, simplemente, de producir conocimiento a discreción. Ya otros tamices se encargarán de purgar las producciones y patentar las verdades. Así que, en esta lógica, más valen mil tesis de una página que una tesis de mil páginas. Y la sustancia, ya se sabe, es una retroproyección de la forma. Valgan, por tanto, las tesis sin sustancia. Valga, aquí y ahora, la forma de un blog. Un blog de insustancialidades.