Los niños saben perfectamente que, en estos tiempos de mercado pletórico y flujo comunicativo, todo lo imaginable se puede realizar; más aún, y sobre todo estos días, saben que todo lo que puede ser imaginado, debe ser realizado. Y así es como la comunicación y la tecnología se afanan por conocer los gustos del consumidor y por implementar técnicas de neuromarketing en la fabricación de nuevas mercancias, que serán las mercancías soñadas (¿nunca les ha pasado soñar con el ipad o el kindle o con una playa del Caribe y, de repente, como un espejismo en lcd, verlo reflejado en la pantalla de su pc?). Los niños saben que sus sueños, sus deseos, sus querencias más íntimas, son el material del que se nutre el creativo, el publicista, el ingeniero, el vendedor... En estos tiempos de mercado pletórico y flujo comunicativo, la única diferencia entre lo verdadero y lo verosímil es un breve lapso de tiempo, porque todo lo que puede ser verdad, lo será. Dicen que los niños de ahora son mucho más listos porque saben que todo es mentira, que es lo mismo que saber que todo será verdad... así que esbozan media sonrisa cuando sus ingenuos padres se cuadran, tosen nerviosos y les dicen... ehmm, estoo, hijo, que los reyes no existen... Y los niños mantienen la media sonrisa porque ya se sabe que ahora los padres compran regalos para que unos reyes magos con contrato temporal los repartan en actos multitudinarios, pero no queda muy lejos el servicio por el que esos mismos reyes magos, a cambio de un pequeño extra, trepen a las ventanas de los niños y les dejen los regalos bajo la cama...
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