El Tribunal Supremo ha avalado el tratamiento de datos de carácter personal sin necesidad de que el interesado dé su consentimiento.
De este modo, y más allá de violaciones de la intimidad y otros argumentos de programa rosa, el Tribuna Supremo, sin cortapisas ni voluntades necesarias, nos ha declarado a todos -en tanto que procesadores comunicativos- mercancía a disposición del capital. Mientras la izquierda vuelca su atención sobre las derivas innegociables del estatuto del trabajo -ese derecho especial del estado del bienestar que ya nunca volverá- no repara ni por un segundo en que son estas sentencias las que están escribiendo el futuro de nuestros cuerpos...
Porque la intensidad y violencia con la que el trabajo y la creación de valor hará de todos nosotros meros residuos, depende de cómo nos están re-titularizando jueces y legisladores, no de cómo intentamos mantener las titularidades del pasado a fuerza de sindicalismo decimonónico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario